7 lugares imprescindibles para visitar en Polonia

Plaza Grzybowski, Varsovia (Adam Smok / Flickr)

Plaza Grzybowski, Varsovia (Adam Smok / Flickr)

La tierra de Fréderic Chopin, Nicolás Copérnico, Marie Curie o Karol Wojtyla entre otros ha sido históricamente una nación muy castigada con varias y crueles ocupaciones. Aún con recuerdos bastante dolorosos de unos capítulos no tan lejanos, es un país con una economía que empieza a despuntar, con el sector turístico como un buen abanderado.

La lista de sitios que habría que visitar sería muy larga, aunque aquí solamente traemos algunos de los imprescindibles.

Polonia no es un país que se vea en una escapadita precisamente; si el tiempo no fuese una limitación, podríamos perfectamente dedicarle a éste 3 semanas y hasta un mes perfectamente. De hecho la superficie es de más de 300 mil kilómetros cuadrados, donde bosques y lagos abundan, sin olvidar ese sistema montañoso de los Tatras, prolongación de los Cárpatos por el área sur colindante con la vecina Eslovaquia.

Estas sería paradas obligatorias en un viaje a Polonia:

Cracovia

Una localidad monumental, desde la mayor plaza medieval europea hasta la colina de Wawel donde se alzan de manera majestuosa la catedral y el castillo real.

Pasado glorioso, de hecho fue capital del país durante casi tres siglos, es una ciudad que sorprende mucho para bien. Probablemente sea lo más turístico, con un futuro muy prometedor por su gran potencialidad; aunque eso sí, me gustaría dar un toque en cuanto al servicio al cliente, puesto que en muchas ocasiones es lento y no ofrece precisamente la cara más amable.

No dejes de subir a la torre del trompetista en la Basílica de Santa María en la Plaza del Mercado, ver el cuadro de la Dama con el Armiño del famoso Leonardo Da Vinci en el castillo, conocer el museo histórico sobre los años de ocupación alemana en la fábrica de Oskar Schindler y observar el simpático desfile de muñecos en el Collegium Maius de 9 a 15 cada 2 horas.

El barrio judío de Kazimierz con sus sinagogas y algunos edificios decadentes es la zona ideal para sacar el máximo partido del ocio nocturno.

Y para aquellos que quieran salir fuera de Cracovia, a 14 kilómetros tienen las minas de sal de Wieliczka, declaradas Patrimonio de la Humanidad, así como el museo de Auschwitz y el campo II Birkenau a poco más de 60 kilómetros.

Zakopane

Villa situada a las faldas de los montes Tatras, a tan sólo 2 horas en bus de Cracovia. Allí podrás caminar por este agradable pueblo, comer en los muchos buenos establecimientos donde animosos músicos se esmeran por hacerte especial ese momento, o tomar fotografías interesantes en la zona donde abundan típicas casas de madera, e incluso hasta algún templo religioso en dicho material.

Lo más destacable es su estratégica población para organizar marchas por la montaña, destacando sobremanera el ascenso al precioso lago Morskie Oko (ojo marino) o para los más aventureros la subida al pico más alto del país, en lo que es asomarse a una ventana de excepción con vistas tanto a Polonia como a Eslovaquia, el conocido como pico Rysy.

Breslavia

Capital europea de la cultura en 2016 junto a San Sebastián. Es el lugar que da cobijo a los simpáticos gnomos, símbolo no oficial y según censo algo superior a 300. Destaca la preciosa plaza del mercado y ese aire a ciudad moderna y joven, aún un tanto apartado de los circuitos más turísticos.

Una estancia de dos días sería ideal para saborear con calma los encantos de la capital de la región de Silesia.

Tanto el centro histórico como la isla que alberga a la catedral son los focos más animados en cuanto a visitantes y la gente propia del lugar. El río Odra le da personalidad pero para nada justifica ello el hecho de recibir comparaciones bastante odiosas con Venecia.

Un paseo por el jardín japonés, la plaza Solny e incluso la llamativa estación de tren son algunas de las buenas opciones, así como comer en muchos de los buenos restaurantes donde cierta influencia alemana se deja notar, aunque siempre con la esencia de la gastronomía regional.

Varsovia

Si Breslavia sufrió serios bombardeos, y quedaron partes de la ciudad reducidas a escombros, qué decir de la capital polaca, destruida en un 90%. Un trabajo encomiable desde la década de los 50 ha dado como resultado una metrópolis versátil, donde la arquitectura de los rascacielos se da de la mano con edificios de pocos años pero con un puro aroma a clásico.

Si el símbolo en Cracovia es el dragón, aquí es una sirena la ilustre abanderada.

El museo del levantamiento, todo el Stare Miasto desde la bienvenida que nos da el rey Segismundo III Vasa en la columna de gran altura, la barbacana, el ambiente de las calles Nowy Swiat y Krakowskie Przedmiescie, el parque Lazienki, el Palacio de la Cultura y un largo etcétera de espacios y puntos de sumo interés, confirman a esta urbe como una muy buena opción para la visita.

Torun

La ciudad natal de Nicolás Copérnico es de una belleza extraordinaria. A pesar de no ser demasiado grande y estar algo alejada de los aeropuertos a los que llegaremos, conviene dedicarle por lo menos una jornada.

Es famosa por los dulces elaborados en jengibre, por su importante comunidad universitaria y su calle principal donde está, como no podía ser de otra forma, la escultura del popular astrónomo.

Caminar cerca del río Vístula es muy agradable, especialmente en los meses de verano, cuando hay mucho movimiento y las terrazas flotantes de sus barcos/bares nos invitan a degustar una estupenda cerveza polaca.

Poznan

Reconozco que cuando fui, hace ya varios años, la única referencia que tenía era por su equipo de fútbol, el Lech Poznan, pero me conquistó especialmente su plaza principal. Los colores diversos y buen gusto en cuanto a arquitectura hacen de este amplio espacio uno de los imprescindibles a la hora de sumergirnos en Polonia.

No sólo es agradable tomar una cerveza o cenar en alguna terraza de los varios restaurantes que en este incomparable marco se asientan. También hay interesantes espacios verdes como el Parque Cytadela o Solacki.

Gdansk

Lugar donde se desarrolló el inicio de la II Guerra Mundial y donde el sindicalista Lech Walesa espoleó al pueblo para recuperar una identidad perdida, es una de las ciudades más fascinantes que se pueden conocer en todo el corredor Báltico.

Caminar por Ulica Dluga (calle Larga) es un placer, donde edificios con mucha similitud a los que se pueden encontrar en Ámsterdam se disponen en esta vía viva y repleta de muchos curiosos en busca de la foto ideal. Aunque si la quieres encontrar sin gente, tendrás que pegarte un madrugón o directamente venir sin dormir tras una buena fiesta en Sopot.

La salida hacia el mar presenta una estampa preciosa, donde una noria muy moderna y varios barcos, alguno como el de la Perla Negra, nos recuerda a alguno de aquellos que en su día sería navegable por los piratas.

Además de esa gran importancia histórica, Gdansk es un destino ideal para degustar pescado y adquirir algún artículo de ámbar.

Autor: La maleta bien hecha

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