A pedales por las Bardenas

Si quieres hacer un viaje espacial, de forma rápida, asequible y sin necesidad de desplazarte a las instalaciones de la NASA, no te lo pienses más. Coge tu BTT y pon rumbo al Parque Natural de las Bardenas Reales en la frontera entre Navarra y Aragón. Porque adentrarse en este singular paraje es casi como viajar a otro planeta.

Así que prepárate para sorprenderte con paisajes más propios de alguna película de ciencia-ficción rodada en la superficie de Marte, que de este lugar a apenas tres horas de coche de Bilbao.

Este lugar, que alberga en sus terrenos como otra de sus peculiaridades una base militar y un polígono de tiro utilizados por el ejército del aire para prácticas de tiro y bombardeo, ofrece una multitud de rutas a realizar con diferentes distancias en función del recorrido elegido.

Nosotros en esta ocasión nos decantamos por los aproximadamente 75 km que suponen la travesía circular rodeando la base militar. Emplearemos para ello toda una jornada, con el objetivo de poder disfrutarla sin prisa y de aprovechar también para ascender el Rallón. (493m)

Nuestra ruta comienza en el Centro de Interpretación del propio Parque Natural. Tras pasar un kilómetro la localidad de Arguedas en dirección Tudela encontramos un cruce con un cartel indicador hacia la izquierda a ‘Bardenas Reales’, camino que nos llevará sin pérdida hasta este punto en el que se pueden dejar sin problema los vehículos y desde donde nos pondremos en marcha con nuestras respectivas bicicletas.

En este primer tramo encontramos en todo momento pistas amplias y perfectamente reconocibles (parecen autopistas) que nos llevan hasta la base del ejército donde nos toparemos con el acceso a las instalaciones militares, custodiadas habitualmente por personal de las Fuerzas Armadas. En ese punto tomaremos dirección norte hacia Castildeterra para realizar la ruta circular siempre en sentido de las agujas del reloj y dejando siempre las instalaciones militares a nuestra derecha. Aquí la superficie empieza a cambiar y nos adentramos en el paisaje típico de las Bárdenas propiamente dicho.

Cuando llevamos recorridos aproximadamente unos 13km, la parada es obligatoria en el emplazamiento conocido como Castildeterra. Esta formación geológica es uno de los emblemas de las Bardenas y uno de los lugares que les sorprenderán por su singularidad y espectacularidad. Se trata de un gran montículo rocoso, también denominado ‘cabezo,’ y que supone una de las mejores muestras del proceso de erosión que dio lugar a estos efectos de ‘piel de elefante’ característicos del paisaje del Parque Natural.

Dejado atrás este lugar, tras habernos sacado antes una buena sesión de fotos, cruzamos un barranco ya en una zona diferente donde el paisaje nos regala bellos contrastes entre el color verde de los campos, y el ocre desértico predominante. Tras unos 20km y pasado el barranco alcanzamos otro de los puntos de interés de la ruta, El castillo de Peñaflor (340m), donde aprovechamos para aparcar las bicicletas un momento, comer algo y subir a ver lo poco que queda de esta fortaleza que también es conocida como ‘de Blanca de Navarra’.

Dejamos atrás el castillo y, bordeando las instalaciones del polígono de tiro dejándolas siempre a nuestra derecha, continuamos otros 9 kilómetros antes de abordar la Punta de la Estroza (460m) corto pero primer repecho a tener en cuenta para nuestra piernas. Desde aquí tenemos nuestra primera vista aérea de la zona y merece la pena pararse tras el esfuerzo a beber un poco de agua y disfrutarlas. El descenso posterior lo disfrutamos hasta llegar al monumento al pastor bardenero aproximadamente en la mitad de nuestro recorrido (40, 4 km).

A partir de ahí seguimos por la cañada de los Roncaleses hacia la depresión situada junto al alto del Rallón (493m), en el kilómetro 55 aproximadamente. Ascendemos al mismo por una subida que corta pero por momentos exigente y aunque no tiene mayor dificultad técnica nos sorprende con algún tramo abrupto en el que nos vemos obligados a echar pie a tierra. Les recomiendo el sobre esfuerzo encarecidamente porque desde la cumbre las vistas son realmente espectaculares. De hecho este lugar bien merece un descanso para comer algo, hidratarse y recrearse con las vistas.

A partir de ahí la ruta vuelve a transcurrir en un largo y seco llaneo por pistas de grava que lo cierto es que tras haber visto ya los parajes anteriores decae un poco a nivel paisajístico hasta llegar de nuevo al Castilldeterra para acabar donde empezamos: en el centro de interpretación, tras completar los 75 km de nuestra travesía circular.

Plano y más datos en El Correo

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