Castellón insospechado: ocho lugares que no esperarías encontrarte

No muchas provincias combinan tan bien la montaña y la playa y muy pocas lo hacen en tan poco espacio y con tanto que visitar. Castellón es capaz de superar la mala fama (turística) de su capital para ofrecer una costa plagada de monumentos y un interior corrugado repleto de microuniversos rurales. O sea, que todo aquí son sorpresas, empezando por estas ocho.

1. Un paseo marítimo vintage

Benicasim es una de las localidades costeras con más solera de todo el litoral mediterráneo. Aquí comenzaron a veranear hace un siglo las grandes fortunas valencianas que huían del jaleo de la ciudad y que encontraron antes sus playas el sitio idóneo para echar raíces. Y lo hicieron creando el conocido como Paseo de las Villas en la parte más septentrional de las playas de su costa. Un barrio para la ‘jet set’ que se podía permitir el lujo de construir sus mansiones a su gusto, puesto que aquí las leyes urbanísticas no eran tan restrictivas como en las ciudades.

Gracias a esta variedad estilística hoy se puede disfrutar del conocido como ‘Biarritz valenciano’ donde aún rezuma el brillo vintage de su buena época. Este museo de mansiones costeras cuenta con sus ejemplares de estilo francés, colonial o incluso vasco y también tiene su cita con la historia, ya que Villa Amparo se reutilizó como hospital durante la Guerra Civil acogiendo a pacientes ilustres como Hemingway. Y para rematar el paseo, el Voramar, el hotel que en su día acogía las mejores fiestas de esta divertida élite y que hoy es un cuco alojamiento donde dormir delante mecido por el murmullo de las olas o donde rendirse ante una buena paella.

Villa Amparo

Villa Amparo, parte del ‘Biarritz valenciano’

2. El río subterráneo navegable más largo de Europa

La gruta de San José, situada en Vall d’Uixó, es uno de esos lugares que aumentan exponencialmente la capacidad de asombro y babeo del ser humano. Es, sencillamente, espectacular. Y es que esta gran cavidad suma dos factores que la hacen única en nuestra geografía. El primero es la espectacularidad propia de las formaciones calizas mientras que el segundo es el río que surge entre las rocas para formar un cauce que casi alcanza los tres kilómetros, lo que le hace ser el río subterráneo navegable más largo de Europa. Visitarlo implica un paseo en barca imborrable gracias a la tranquilidad que transmite el agua y la iluminación de las diferentes galerías y salas. Todo es diferente cuando se descubre navegando, y en este lugar esta evidencia se convierte en el argumento definitivo.

3. El pueblo fortificado perfecto

Vislumbrar Morella desde lejos requiere de unos cuantos parpadeos de incredulidad. Sí, existe, y de hecho parece ser la puesta en práctica de cualquier sueño infantil medieval, de cualquier obra de ingeniería precoz construida con arena de playa. Antes de conquistarla, excita mucho, como si sus gruesas murallas y su castillo fueran un pecado o un anhelo. Y es que la recompensa no son solo dos kilómetros de muralla y un castillo en lo más alto, también incluye una Iglesia Arciprestal de Santa María que por tener tiene hasta una bula papal y donde destacan sus rosetones, sus dos puertas (dedicadas a las vírgenes y a los apóstoles) y su retablo churrigueresco. Además, es un delito marcharse sin hociquear por las tiendas que presumen de trufa negra o sin darle un minuto de gloria a sus grandes obras civiles góticas: el acueducto y el ayuntamiento.

Morella

Detalle de una iglesia gótica de Morella

4. Una residencia antipapal

Detrás de esa estampa de Peñíscola tan televisiva y postalera, de esa playa que finaliza en murallas y de esa ‘blue hour’ mágica con las murallas iluminadas y el mar apaciguado, hay un monumento muy especial. Por eso merece la pena superar el éxtasis de la panorámica para acercarse a la península, subir el peñón y darle una oportunidad al castillo templario. Una fortaleza que llegó a ser residencia papal, bueno, más bien anti-papal ya que fue el lugar al que llegó Benedicto XIII (a.k.a. el Papa Luna) después de que Francia le retirara su apoyo político y se viera obligado a marcharse de Aviñón en los tiempos del Cisma de Occidente. Aquí contó con la protección del reino de Aragón y con el reconocimiento como Papa de muy pocos reinos, lo que le llevó a ser considerado como Antipapa. Incluso tuvo un heredero de título. La conclusión de esta historia convulsa es un monumento con mucha más chicha de la que la que le presupone, con una basílica pontificia muy sobria si se la compara con la ampulosidad romana y con las estancias papales intactas.

Peñíscola

Peñíscola, una residencia antipapal

5. Un santuario al abrigo de la montaña

A tres kilómetros de Zorita del Maestrazgo aparece el conjunto monumental de la Virgen de Balma, un lugar de peregrinaje de estilo renacentista levantado en una concavidad alargada de la montaña. Es uno de esos ejemplos perfectos de evangelización a través de lo espectacular, de lo arquitectónicamente milagroso. Y tuvo sus buenos resultados, ya fue durante siglos un centro de devoción para los alrededores, especialmente para aquellas mujeres que se consideraban ‘endemoniadas’. El conjunto no se priva ni de una hospedería ni de una ermita excavada en la roca, lo que le da más épica y efecto a la visita. Pero al margen de devociones, la Virgen de la Balma es un lugar excepcional, rodeado de pinares y de riachuelos como el Bergantes que escarban con fuerza barrancos y gargantas.

6. Una minicapital como las de antes

A menudo en España se da el curioso fenómeno de ciudades venidas a menos, convertidas en pueblos, pero que conservan el lustre y preciosismo capitalino. Dentro de esta categoría brilla con luz propia Segorbe, una especie de mini-Ávila que destaca por sus esbeltas murallas y por su catedral adosada a los muros. De hecho, esta ‘fusión’ entre templo y defensas trae consigo un claustro con planta trapezoidal de lo más curioso y extraño, aunque bello. Pero Segorbe no se conforma con esta construcción para mantener este halo señorito. Y es que no le faltan otros detalles como el barroco de la Iglesia de Santa Ana y San Joaquín, las portadas en mármol del Ayuntamiento o las siempre magnéticas estampas de sus torres y su acueducto.

Valltorta

Valltorta, una joya de arte rupestre

7. El barranco-museo de arte prehistórico

El barranco de la Valltorta es una de las mayores acumulaciones de arte rupestre levantino de toda esta corriente (protegida como Patrimonio de la Humanidad). En sus 21 diferentes abrigos están representados hombres y animales con gran naturalismo.

Este gran cómic histórico no solo muestra cómo era la vida antes de lenguaje escrito, sino que también es una revista de estilo de vida, mostrando peinados y abalorios que usaban tanto hombres y mujeres en el día a día. Toda una aventura que se democratiza en su Museo-Centro de interpretación, situado en el acceso al barranco.

8. Una cartuja en ruinas

Castellón es una de esas provincias a las que las desamortizaciones le hicieron mucho daño. El ejemplo más escandaloso es el de la Cartuja de Vall de Cristo (cercano a Atura), un grandilocuente conjunto monacal levantado durante la época más espléndida de los antipapas de Peñíscola que hoy conserva a duras penas alguno de sus muros. Lo más llamativo es indagar entre ellos y visitar los restos de la Iglesia de San Martín, del claustro o de la Iglesia Mayor y dar con adornos góticos y azulejos de todos los estilos, en una visita que mezcla el morbo de pasear entre ruinas con la curiosidad arqueológica.

Peñíscola

El peñón de Peñíscola

Leído en Traveler

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