Cinco razones para visitar Israel

A tu madre se le pondrán los pelos de punta, tus amigos te pedirán que reconsideres hacer este viaje, pero para nosotros no hay duda: Israel es uno de los destinos más apasionantes que existen.

Esta estrecha franja de tierra en el margen oriental del Mediterráneo tiene una diversidad de paisajes increíble, ciudades fascinantes salpicadas de lugares ancestrales, playas magníficas para relajarse y una noche vibrante y casi eterna para los noctámbulos más exigentes.

Más de dos mil años tuvieron que esperar lo judíos para tener un territorio propio, reconocimiento que llegó el 29 de noviembre de 1947 cuando los entonces 56 países representantes de las Naciones Unidas votaron a favor de la creación de un estado judío. Seis meses después, los primeros obuses caían sobre los tejados de la ciudad de Jerusalén iniciando un conflicto nunca resuelto entre árabes e israelíes.

Este trágico nacimiento ha marcado sin duda la psique de un país complejo y orgulloso de su cultura que ofrece al viajero una increíble variedad de opciones para su deleite. Y entre todas ellas, aquí están nuestras cinco favoritas:

1. Sentir el peso de la historia y la religión en Jerusalén

Sólo pronunciar su nombre ya produce escalofríos. Pocas ciudades en el mundo albergan una herencia espiritual tan rica e intensa como la de Jerusalén. No en vano aquí se encuentran los lugares más sagrados de las tres principales religiones monoteístas:

Para los judíos, es el Muro de las Lamentaciones, vestigio del antiguo Templo de Salomón, donde desde hace más de dos mil años los judíos se postran para llorar por su dispersión. De igual forma que los minaretes de las mezquitas se dirigen hacia La Meca, la fachada noble de las sinagogas del mundo entero miran en dirección a Jerusalén.

Para los cristianos, es la Basílica del Santo Sepulcro, al final de la Vía Dolorosa, recorrida por Jesús camino del calvario.

Para los musulmanes la Cúpula de la Roca, el símbolo más reconocible de Jerusalén, que alberga la piedra desde la que Mahoma inició su ascensión al cielo a lomos de su yegua blanca. Jerusalén es junto con La Meca y Medina una de las tres ciudades santas del Islam.

El Monte de los Olivos, la Sala de la Última Cena o la tumba de la Virgen María son otros enclaves sagrados que convierten a Jerusalén en una ciudad casi mágica. Sin duda, aquí tendrá lugar uno de los momentos álgidos del viaje.

2. Flotar en el Mar Muerto justo antes de visitar la fascinante fortaleza de Herodes (Masada)

Es un clásico, lo admitimos, pero no sabrás lo divertido que es hasta que lo experimentes tú mismo. Divertido y también saludable, porque el Mar Muerto contiene 20 veces más bromo, 15 veces más magnesio y 10 veces más yodo que el agua marina normal.

El bromo ayuda a relajar los nervios, el magnesio es bueno para las alergias cutáneas y el yodo tiene un efecto beneficioso para ciertas funciones glandulares.

Para hacerse el “tratamiento” completo, puedes comprar una bolsa de barro a la entrada de alguna de las playas y embadúrnate hasta que estés irreconocible. Resultados probados: yo nunca en mi vida había tenido la piel tan suave (¿para cuándo agua embotellada del Mar Muerto?).

Atención, aunque el Mar Muerto está llenos de macro hoteles-spas, son carísimos y el mantenimiento de las instalaciones deja mucho que desear, así que es mejor pernoctar en otro lugar o incluso hacer una excursión desde Tel Aviv aprovechando que las distancias son relativamente cortas.

Una vez exfoliados e hidratados no hay que perder la oportunidad de acercarse a la impresionante fortaleza de Masada construida entre el 103 y el 76 a.C, pero cuyo desarrollo y esplendor se produjo bajo el reinado de Herodes, que construyó un lujoso palacio de invierno y un novedoso sistema de cisternas. Para los israelíes esta es su particular “Petra”. Y es espectacular.

3. Visitar el centro del misticismo judío (Safed)

Dicen que Madonna visita esta idílica población de montaña en el norte de Israel al menos una vez cada cinco años. Como ella, otros famosos de Hollywood han puesto de moda la tradición cabalística (buscadores de la verdad mística judía) siendo Safed su centro más importante de estudio.

En esta pequeña ciudad la mayoría de sus habitantes viste según la tradición judía: ellas, con falda debajo de la rodillas y con pañuelo ocultando los cabellos si están casadas; ellos, con el Kipá (gorra ritual que cubre parcialmente la cabeza) y luciendo barba y las dos trenzas a ambos lados de la cabeza.

Safed, como habrás podido adivinar, es el lugar ideal para tomar una lección acelerada de judaísmo. Safed es, junto con Jerusalén, Hebrón y Tiberiades, una de las cuatro ciudades santas del Judaísmo y cuenta con un encantador centro adoquinado, el barrio de artistas, donde es posible encontrar todas las manifestaciones posibles del arte de la cábala y las sinagogas de la ciudad.

4. Pegarse un banquete o… varios.

Restaurantes abiertos a cualquier hora del día, mercados llenos de productos frescos y deliciosos… para los israelíes la comida es símbolo de tradición y reunión familiar pero, sobre todo, motivo de orgullo nacional.

Déjate guiar por los locales para probar alguna de las especialidades más reputadas, como son:

Shakshouka, el desayuno preferido de los israelíes: una fritura de tomate (¡pero qué tomate!), cebolla y pimiento sobre la que se dejan cocer a fuego lento huevos estrellados. Sencillo pero delicioso.

Boreka, una masa hojaldrada rellena de ingredientes variados como queso, champiñones, aceitunas… la puedes probar en el mercado de Mahane Yehuda en Jerusalén, por ejemplo. Inolvidable.

– Y por supuesto el hummus, alimento obligatorio en cualquier comida que se precie junto con la “pita” (atención, si no quieres pasar por “guiri” no te comas el hummus con el tenedor sino con el pan).

Para los paladares más exigentes recomendamos una visita al que es considerado el centro gastronómico de Israel, Nazaret, ciudad donde Jesús pasó su infancia y en la que poco o nada queda del ambiente idílico que podríamos imaginar.

Sin embargo, en lo que respecta a restaurantes, Nazaret cuenta con alguna de las mesas más exquisitas del país como la de El-Reda ubicada en una preciosa casa otomana. Servicio impecable y comida todavía mejor (la ensalada de naranja y frutos secos, y los corazones de alcachofas rellenos de cordero y piñones, fantásticos).

5. Recorrer el mercado de Jaffa un sábado por la mañana para refrescarse después en alguna de las bulliciosas playas de la hedónica Tel Aviv

Tel Aviv, principal urbe de Israel y su capital económica, es una ciudad vibrante y cosmopolita pero de arquitectura por lo general poco interesante, con la excepción del antiguo puerto de Jaffa.

En Jaffa, ahora parte de Tel Aviv, encontrarás un encantador casco antiguo compuesto por un enjambre de callejuelas al más puro estilo árabe donde cada fin de semana se celebra un interesante mercado en el que se venden antigüedades, ropa de segunda mano o productos del Mar Muerto.

Y, después de las compras, nada mejor que darse un chapuzón en una de las bulliciosas playas de la ciudad. ¿Nuestra recomendación? La playa de Drummers, con un ambiente bohemio y alternativo donde cada viernes por la tarde los ruidos de los tambores resuenan hasta bien entrada la noche. Y que no falte un buen cocktail (o dos) en las manos.

Leído en CondéNast Traveler

Comentarios

Deja un comentario