En Osaka, en el distrito de Dotombori, hay decenas de pachinkos, salones de juego frecuentados por hombres jóvenes, con filas de máquinas llenas de luces parpadeantes, entre pinballs y tragaperras.
Cada jugador compra una cantidad de bolitas de acero y luego las va insertando en una máquina que las rebota y distribuye como le da la gana. La mayoría cae al fondo sin dar ningún premio, aunque a veces alguna acierta en el premio proporcionando más bolas.
Las bolitas ganadas se pueden canjear por pequeños electrodomésticos o juguetes, a veces también por dinero. Algunos jugadores hace cola desde primeras horas de la mañana, antes de que abran, para poder coger sitio en su good machine, su máquina fetiche que creen que les traerá suerte.
Locales melosos y pelín frikis, cuyas camareras visten de colegialas o de doncellas domésticas y lucen orejas de conejitas mientras sirven café y dan mimos (no sexo) a los clientes.
En Osaka existen varios en la zona de Den Den Town (Nipponbashi Otaku Road), una avenida plagada de tiendas de varios pisos donde uno encuentra desde todo tipo de productos de manga y anime a lo último en aparatos tecnológicos, y donde los fines de semana se reúnen los cosplayers, adolescentes y jóvenes que se disfrazan como los personajes de sus mangas favoritos.
El de Kuromon de Osaka es un festín para la vista y, si se quiere picar algo, también para el gusto. Ostras fresquísimas, pulpitos caramelizdos, sushi cortado delante de ti… También se vende (vivo) el fugu o pez globo, considerado un manjar, pese a ser muy venenoso, por contener tetrodotoxina (solo lo preparan cocineros muy especializados).
Leer más sobre cosas que solo suceden en Japón…
Si te ha gustado este artículo, ¡compártelo!
Y si quieres estar al tanto de las propuestas que te presentamos… suscríbete al Boletín Navartur