El encanto de Sidi Bou Said

Si piensas en viajar a Túnez y quieres ver un pueblo con un gran encanto, tienes un indudable candidato en Sidi Bou Said. Se trata de un lugar que reúne las esencias de un típico pueblo mediterráneo, de estilo andalusí, y en el que destaca su preciosa combinación de colores blanco y azul que baña todos sus edificios.

Situado sobre un promontorio, en el extremo de la península de Cartago, muy cerca de la capital, fue en 1920 cuando a partir de un decreto auspiciado por el barón Rodolphe d’Erlanger se empezó a proteger este enclave costero de forma que todas las fachadas de las casas debían ser blancas, y las puertas, rejerías y celosías de las ventanas, azules.

Esto es lo que permite que ahora podamos pasear por Sidi Bou Said disfrutando de encantadores rincones. Eso si, te anticipo que Sidi Bou Said es un pueblo muy turístico, cuyas calles me imagino lleno de visitantes en temporada alta (lo visité en temporada baja).

Su denominación actual viene del nombre de un místico que se instaló en esta zona de Cartago a principios del siglo XIII. Y fue en el siglo XIX cuando el entonces enclave denominado Djebel Manar, que significa la montaña del faro, paso a denominarse Sidi Bou Said.

Qué ver en Sidi Bou Said

En tu paseo por Sidi Bou Said deberás recorrer su calle principal, llena de tiendas de souvenirs, donde abundan los productos de marroquinería, tejidos o cerámicas. Una calle te dirige hacia lo alto de la colina, donde llegarás a un mirador desde donde podrás una amplia panorámica de esta zona costera de Túnez, con el primer plano de un puerto de embarcaciones de ocio.

En esta panorámica te llamará la atención un edificio que identificarás por la bandera tunecina de la fachada. Se trata del palacio En Nejma ez Zahra, que fuera la residencia del citado barón d´Erlanger, y que en la actualidad es el Centro de las Músicas Árabes y Mediterráneas, donde además de celebrarse conciertos, alberga un museo de instrumentos tunecinos.

Otro lugar destacado en tu paseo es el Cafe des Nattes, en la plaza principal del muy pequeño pueblo de Sidi Bou Said. La escalinata que te sube a este lugar idóneo para disfrutar de un té era el acceso a la entrada de una mezquita construida en el siglo XVIII. Ahora, a las espaldas del café tienes el rincón que ocupa el pequeño santuario dedicado a un santo, convertido en un lugar de visita y oración.

Pero, sobre todo, en tu paseo por Sidi Bou Said debes perderte por sus callejuelas, incluso estrechos callejones. De esta forma irás viendo las rejerías de las ventanas, todas decoradas con el color azul. O las preciosas celosías de madera que cubren balcones y ventanas. O las puertas de madera decoradas con herrajes.

En suma, a pesar de las reticencias que te puede producir que se trate de un lugar muy turístico, lugar de cita hatibual para los cruceristas que llegan a la ciudad de Túnez, vale totalmente la pena visitar Sidi Bou Said durante tu viaje por este país norteafricano. Ya verás como no te arrepientes.

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