El parque nacional de Avdat, Israel

Parque Nacional de Advat, IsraelEl parque nacional de Avdat, en el desierto del Negev, ha reabierto al público tras 3 años de restauración. El lugar, uno de los cuatro sitios de la zona Patrimonio Unesco, se encuentra en la antigua Ruta Nabatea del Incienso, siendo punto de parada para turistas y peregrinos en su camino al sur de Israel.

En 2009 resultó severamente dañado tras actos vandálicos pero un programa de rehabilitación ha permitido restaurar los desperfectos. Se han incluido pantallas que muestran cómo fue la ciudad nabatea hace 2.000 años y además en el centro de visitantes un documental explica el lugar y su historia.

La ciudad nabatea de Avdat, (recibió su nombre por el rey Obodas, en árabe Abdah), se encuentra dentro del parque nacional que cuenta con varias rutas de senderismo, manantiales, arboledas y rica vida silvestre.

Según los historiadores, los nabateos eran tribus nómadas del norte de Arabia que se asentaron en la zona después del siglo I. Los campamentos fueron transformándose en ciudades donde los hasta entonces nómadas  desarrollaron agricultura en terrazas. Tras conquistar los romanos el reino nabateo, Avdat entró en decadencia siendo destruida por un terremoto en el año 363.

En el siglo VI, bajo dominio bizantino, se construyeron una ciudadela y un monasterio con dos iglesias además de establecerse barrios residenciales en las laderas. Esta ciudad fue destruida, probablemente por otro terremoto, y abandonada en el siglo VII.

En el centro para visitantes se proyecta un vídeo de corta duración que introduce al visitante en los misterios de este lugar. Después se puede visitar unas antiguas y lujosas termas con vestuario, dos baños de vapor, una caldera y un pozo de más de 60 m de profundidad. En la parte de arriba de la ciudad se sitúa una torre de vigilancia del siglo III con una inscripción en griego, así como un santuario nabateo consagrado al dios Oboda (del que Avdat toma su nombre). Este templo pasó posteriormente a ser una iglesia, cuyos pilares enmarcan unas magníficas vistas del desierto del Néguev.

Es posible que después de contemplar el paisaje de los alrededores el visitante se sorprenda al encontrar aquí un lagar de vino, muestra de los conocimientos agrícolas de sus habitantes, que lograron domesticar este árido entorno recogiendo cada preciosa gota de agua mediante un complejo sistema de canales y aljibes. Desde la cumbre de la colina se divisa el centro de investigación Ben Ari, donde los actuales agricultores del Néguev estudian la manera de emular estos logros de la Antigüedad.

Las otras tres ciudades nabateas en la Ruta del Incienso son Haluza, Mamshit y Shivta, todas merecedoras de una visita. Avdat se encuentra en el camino que une Beersheva con Mitzpe Ramon.

Comentarios

  1. Las ciudades nabateas de Israel, consideradas Patrimonio de la Humanidad, son una visita imprescindible en cualquier viaje por el desierto del Néguev. Menos conocidas, quizá, que Petra, pero llenas de curiosidades y con ese aura enigmática que tienen las ruinas de los páramos, donde uno se pregunta cómo fue posible el florecimiento de lugares prósperos… Dicen que, incluso, los reyes nabateos regalaban a sus visitantes espectáculos en los que malgastaban el agua para demostrarles su poder… Y es que en su control estuvo la clave de su reino… Además, también se pueden conocer en bicicleta porque hay empresas que organizan rutas de cicloturismo por esta región -la más extensa del país- que no puede dejar a nadie indiferente. Masada o el Mar Muerto ponen la guinda a una experiencia que merece la pena vivir, al menos una vez en la vida, independientemente de la fe que uno profese.

  2. Las ciudades nabateas de Israel, consideradas Patrimonio de la Humanidad, son una visita imprescindible en cualquier viaje por el desierto del Néguev. Menos conocidas, quizá, que Petra, pero llenas de curiosidades y con ese aura enigmática que tienen las ruinas de los páramos, donde uno se pregunta cómo fue posible el florecimiento de lugares prósperos… Dicen que, incluso, los reyes nabateos regalaban a sus visitantes espectáculos en los que malgastaban el agua para demostrarles su poder… Y es que en su control estuvo la clave de su reino… Además, también se pueden conocer en bicicleta porque hay empresas que organizan rutas de cicloturismo por esta región -la más extensa del país- que no puede dejar a nadie indiferente. Masada o el Mar Muerto ponen la guinda a una experiencia que merece la pena vivir, al menos una vez en la vida, independientemente de la fe que uno profese.

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