El tren de Larrún y Sara

(Foto: Iratxe Pañeda)

El tren de Larrún (Petit Train de la Rhune) es un auténtico tren de cremallera sobre un paisaje excepcional, uno de los pocos ferrocarriles de cremallera que aún quedan en Francia. De marzo a noviembre, ‘le petit train’, realiza desde hace 80 años el trayecto hasta el monte del mismo nombre, ubicado a 905 metros sobre el nivel del mar, desde donde se tiene una panorámica excepcional.

Inaugurado en 1924, el tren de Larrun (o La Rhune), salva en poco más de 30 minutos la distancia que separa la base de esta mítica cima, a unos 8 kilómetros por hora, la misma velocidad con la que se inauguró el servicio y de la que tan orgullosos se mostraron los lugareños el día de su inauguración. Los vagones son prácticamente los mismos que nacieron con el convoy, fabricados con material de la región como abeto de los Pirineos, pino de Las Landas, castaño de Ariège y madera de Iroco. Los coches han sido restaurados en varias ocasiones, incluso hay algunos nuevos de 1996, pero todos guardan la estética de principios de pasado siglo.

Situado entre los pueblos de Ascain y Sara, a unos diez kilómetros de San Juan de Luz, está enclavado en uno de los parajes más entrañables de la región, que enamoró a personajes tan diferentes como Napoleón III y Eugenia de Montijo, EduardoVII y Wiston Churchill, Pierre Loti y Luis Mariano, Pedro Axular y el antropólogo Joxe Miguel Barandirán. Una zona pobladas de leyendas y cuevas de brujas, además de ruta de contrabandistas.

Hasta los años veinte del pasado siglo la senda hasta la cima se hacía a pie o con caballerizas especiales. De hecho, la Emperatriz Eugenia de Montijo ascendió a la cumbre cincuenta años antes de que se construyera el ferrocarril para apreciar la belleza de los paisajes y las espectaculares vistas que llegan hasta las playas de Las Landas. Tras varios años de duro trabajo y salvados los contratiempos surgidos durante la I Guerra Mundial, Larrún contó con su tren cremallera a principios de los años veinte, si bien el proyecto para la creación del tren cremallera comenzó a gestarse en 1908.

Es un paisaje privilegiado desde el que se puede admirar el mar y las montañas circundantes. Asimismo, también se pueden ver distintas especies de flora y fauna. En Larrun, hay 15 tipos distintos de árboles y animales como las ‘pottokak’, corderos de lana negra y buitres.

Todos los años, después de la temporada turística, el tren vuelve a su cuartel de invierno (desde noviembre a finales de febrero), que se encuentra en los Etablissements Barland; allí es desmontado, verificado, controlado, los motores rebobinados… todos los elementos  pasan una escrupulosa revisión.

Todas estas precauciones son indispensables cuando sabemos que hoy en día, el tren de Larrun transporta a más de 350.000 visitantes al año. Tras esta profunda revisión técnica, el tren vuelve a su depósito en el puerto de Saint Ignace a fin de terminar su tratamiento de belleza para la nueva temporada. Para el 19 de marzo, San José, fecha de apertura, todo está listo.

La pequeña estación del puerto de Saint Ignace se vuelve a pintar todos los años para recibir a los clientes que o bien se han trasladado hasta allí atraídos por la fama del cremallera o bien han topado con él tras entrar en la zona de Sara, una de las localidades más fascinantes de esta zona del Pirineo.

Las casas blancas con las maderas aparentes rojas (algunas datan del siglo XV) y los primeros macizos de los Pirineos de un verde generoso, invitan al visitante a disfrutar de la belleza, de lo auténtico y de lo excepcional. ‘Saran Astia’ (en Sara se tiene tiempo), reza el viejo proverbio, que hace de este pueblo situado a escasamente 15 kilómetros de la costa, un lugar incomparable y de visita más que obligada, al menos una vez en la vida.

Leído en: Treneando

Comentarios

  1. […] como son las Cuevas de Sara, el Museo del Pastel Vasco, el mirador del Monte Larrun (La Rhune), “Le petit train de La Rhune”, el tren que sube al mirador y numerosas rutas de senderismo. Como dato curioso el 25 de enero […]

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