El valle de Asón: más chulo que un ocho
A lo grande. Así se hacen las cosas aquí. ¿Estamos hablando de Bilbao? No, pero no muy lejos, en el valle de Asón, en el oriente cántabro, una zona cargada de pequeños pueblos entrañables y un paisaje de macizos calizos, robledales, hayedos, ríos serpenteantes y un sinfín de cuevas que forman uno de los conjuntos más grandes de Europa.
Estas son algunas de las anécdotas e historias curiosas de sus municipios.
El río que no sigue la corriente
Es motivo de chuleo para los vecinos tener «el único río que va pa`rriba«, aunque en realidad no sea más que un juego de palabras ya que el río Asón pase por el pueblo de Riba, en el municipio de Ruesga.
¿Qué pinta aquí La Pinta?
Es sabido que Juan de la Cosa (gran cartógrafo y propietario de la nave «La Santa María”) era oriundo de la cercana Santoña, pero en Ampuero también hay conexiones con América. Y con el mar.
En este caso se remontan más atrás, y es que el barco que sale en su escudo no es otro que La Pinta, una de las tres naves que llegaron por primera vez al nuevo contienente que pudo pertenecer a Gómez de Rascón, un vecino de la localidad que además formó parte de la expedición.
Pequeña… pero patrona
Nada de imágenes gigantescas ni pomposas, para adorar a su patrona, la Bien Aparecida. Los cántabros presentan sus honores ante una virgencita gótica de poco más de 20 centímetros. Eso sí, está en el Santuario de Hoz de Marrón (conocido como de la Bien Aparecida), muy cerca de Ampuero, desde donde se puede disfrutar de una de las panorámicas mas completas y espectaculares del valle del Asón.
Tenerlas cuadradas
En Rasines también se salen del molde. Por eso su plaza de toros que no tienen forma circular, como la mayoría de las españolas (menos la de Las virtudes o la de Algemesí), sino cuadrada.
Fue construida en el siglo XVIII y actualmente se celebran allí las fiestas de la Virgen el 15 de agosto.
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