En barca por las entrañas de la tierra

No es un gondolero y no estás en Venecia, pero el hombre maneja la pertiga con pericia para hacer avanzar la barca con un chapoteo tranquilo. A tu alrededor se cierran las paredes de roca, sobrias, sólidas, milenarias.

En las grutas de San José, en la Vall d’Uixó, no hay edificios renacentistas pero sí caprichosas estalactitas que cuelgan del techo, estrechos pasadizos, bóvedas de piedra de más de 12 metros de altura, un juego de luces y sombras que dan solemnidad a la visita.

Tampoco hay calles, claro, pero sí que hay un entramado de salas y galerías con nombres sugerentes que la barca va recorriendo, cada vez más adentro en la tierra. La sala de los Murciélagos es la primera en el recorrido y si levantas la cabeza no verás murciélagos en el techo pero sí las extrañas formas que el agua ha esculpido durante años.

Nadie sabe de dónde llega el agua. Desde principios del siglo XX, los espeleólogos han buscado sin éxito el origen del río subterráneo que recorre las grutas de San José. Tampoco se sabe dónde acaba la roca, ese misterio es parte del encanto de la cueva. Lo que sí se sabe es que se trata del río subterráneo navegable más largo de Europa.

A través del Paseo de los Enamorados se llega a la laguna de Diana, que tiene casi 5 metros de profundidad. Después se recorre la galería de los Sifones, que fue abierta con dinamita para permitir la exploración de la gruta. La última parte del recorrido se hace a pie por la Zona Seca, un paseo entre cascadas de roca hasta la barca que te llevará de vuelta a golpe de pértiga.

Las guías dicen que el paseo dura unos tres cuartos de hora, aproximadamente. Pero, en realidad, es un viaje de milenios por las edades de la tierra y también por las del hombre: nada más entrar te encuentras con un yacimiento del paleolítico y también se han encontrado restos romanos.

Si quieres más información, visita la página oficial del río subterráneo.

Leído en TopRural

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