En Barcelona, Hotel Alma

El hotel Alma Barcelona es uno de los últimos establecimientos que ha abierto las puertas en esta ciudad. Se trata de un cinco estrellas que pertenece a una cadena internacional de hoteles urbanos con sede en la capital catalana, que cuenta con establecimientos en Berlín, Pamplona y Sevilla. Son hoteles muy personalizados, de diseño cuidado e impecable servicio, donde se prioriza la comodidad sobre el lujo.

El edificio que ocupa Alma Barcelona fue construido en 1910 por Gonzalo Arnús, fundador de la Banca Arnús, nieto de Evarist Arnús, financiero catalán que fue uno de los personajes destacados de los años de la llamada febre d’or y uno de los impulsores de la Exposición Universal de 1888.

Seguramente el inmueble es obra del arquitecto Enric Sagnier. Entre los inquilinos de la casa, figuraba el ingeniero Frederic S. Pearson, ingeniero de Massachusetts, que a finales del XIX puso en marcha la red de tranvías eléctricos de Boston e impulsó el metro de Nueva York. En 1913 negoció un contrato para levantar una central eléctrica en el Ebro, antes de fundar la Barcelona Traction, empresa de producción eléctrica para el área metropolitana. Cuatro años más tarde, la finca pasó a manos de empresario azucarero Luis Rubert, con negocios en Puerto Rico, cuyas iniciales están en la puerta del hotel. Fue él quien la vendió a la química Solvay, antes que la adquiriera hace seis años Alma Hotels.

Una de las características del Alma es que las habitaciones situadas sobre la calle Mallorca muestran una decoración clásica, que intenta recuperar el lenguaje del Eixample de principios del siglo XX, mientras que las estancias interiores, que dan al jardín, presentan una concepción más moderna. Las habitaciones son generosas, diáfanas, cómodas. El minibar es gratuito, y las amenities del baño, de Bvlgari.

El restaurante lo dirige un chef joven que prepara platos sorprendentes como los spaghettini con huevo de primera puesta y butifarra negra a la mantequilla tostada y cebollino o un arroz cremoso de embutido ibérico ligado con queso de la Garrotxa. El bar de copas, decorado con una librería, ofrece una atmósfera de club inglés de vanguardia. El amplio hall con luz cenital actúa como un gran distribuidor. El spa, a modo de termas romanas, para el que se ha usado piedra caliza blanca y luz natural, es la mejor manera de recuperar fuerzas tras un día de compras o de negocios.

Un jardín recuperado

La propiedad del hotel ha tenido la feliz ocurrencia de recuperar el interior de manzana, espacio que a mediados del siglo XIX formaba parte de los jardines de los Campos Elíseos, un parque de verano junto al paseo de Gràcia diseñado por Josep Oriol Mestres, que tenía sala de baile y conciertos, café, fonda, glorieta, estanques e incluso una montaña rusa. El jardín del hotel es un remanso de tranquilidad en el corazón de Barcelona, un espacio único para desayunar, almorzar o cenar. O incluso para tomar la última copa del día con la llegada del buen tiempo.

La cocina del Hotel Alama Barcelona

 

Con estos días de buen tiempo prácticamente veraniego, se me recomienda comer en la terraza, un delicioso patio del Eixample con sus mesas bien separadas, su parte ajardinada y sus butacas que invitan a largas sobremesas. Hice el almuerzo pero imaginaba inmediatamente una posible cena en un espacio tan acogedor.

La carta se compone de pocos platos, pero suficientes como para que el comensal pueda elegir a su gusto. No hay menú degustación ya que la propuesta pretende ser sencilla, a la espera de que, con el tiempo, se pueda acondicionar un salón del entresuelo que da a la calle Mallorca, para ofrecer una cocina más elaborada. De momento Sergio, decide servirme varias pequeñas raciones para que tenga una idea de una buena parte de la carta.
Excelentes aperitivos de bienvenida, servidos juntos para evitar marear al comensal con demasiadas idas y venidas.

Aceituna gordal con anchoa, puerro frito, taquito de bacalao en tempura de tinta, croqueta de butifarra negra y chips de alcachofa. Empezamos muy bien.

Salmorejo con huevo de codorniz y lámina de jamón ibérico. Cremosidad perfecta.

Como una ensalada de tartar de salmón marinado con yogur cuajado y “fideos” de pepino. Sabores frescos y elegantes pero tal exceso de algunos brotes, particularmente uno de shiso verde (creo) con un sabor muy invasivo, casi desagradable… Sugiero el de daikón.

Muy sabrosos los espaguetinis frescos caseros(más bien tallarines, muy delicados ya que rapidamente se pasan de cocción) conun huevo pochado y brunoise de butifarra negra.

Muy bueno el arroz meloso de ibéricos mantecado con queso de la Garrotxa. Punto de cocción “ a la italiana”. Un par de minutos de cocción más le hubiera sentado de maravilla.

En cambio espectacular de cocción (¡y de sabor!) la ventresca de bonito con tomate confitado y aceite de albahaca. Deliciosa pero potente cebolla confitada. Sugiero que se sirva con manga en forma de puntitos ya que en quenelle , presenta el riesgo de que el comensal se lleve un “chute” de media cucharada de sofrito a la boca.

Anacaradas las láminas del bacalao a la brasa que Sergio suele servir con pil-pil pero que aquí se presenta con txangurro (toque vasco). Por culpa de la gente que no sabe aun cual es el punto de sal que tiene que tener el bacalao, los que nos encanta esta “momia del mar”, la tenemos que comer a veces algo sosa…

Ya sin apetito, pruebo la impecable carrillera con cebolletas (en la carta lleva también ñoquis).

Buen nivel en los postres. Me quedé con las ganas de probar el babá con ratafia, pero me consuelo con las natillas de limón, galleta bretona rota , frambuesa y helado de rosa (inevitablemente flojo de aroma floral).Con una crema de lichi, tendríamos un Ispahan reconstruido. Me gustó el detalle de las hojitas de menta bien repartidas por el plato, cumpliendo de esta manera su función gustativa y no solamente decorativa. Si se pusiera en su lugar un ramillete, el cliente lo apartaría inmediatamente en un lado del plato, perdiéndose de esta manera, el matiz refrescante de la hierba.

Excelente también el plátano frito con Cointreau con un impecable helado de cacahuete. Excelente pan casero. Gana al tostarlo ligeramente y aguanta muy bien, gracias a su miga tupida, el empapado del tomate.

Comentarios

  1. Qué buena pinta tiene este hotel! Aunque a mí el que me gusta más de Barcelona es el Hilton, he estado allí un par de veces y siempre he quedado completamente enamorado. Os recomiendo buscar en la página del Gremi d’Hotels cuando vayáis a la ciudad de Barcelona porque ellos tienen un montón de hoteles asociados, incluso de los más lujosos.
    Lucas

  2. Qué buena pinta tiene este hotel! Aunque a mí el que me gusta más de Barcelona es el Hilton, he estado allí un par de veces y siempre he quedado completamente enamorado. Os recomiendo buscar en la página del Gremi d’Hotels cuando vayáis a la ciudad de Barcelona porque ellos tienen un montón de hoteles asociados, incluso de los más lujosos.
    Lucas

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