La ruta del Flysch de Guipúzcoa

Flysch en Zumaia

Flysch en Zumaia (Jon Nanclares Medrano / Flickr)

Aunque el museo Balenciaga de Getaria, los escenarios de Ocho apellidos vascos o el restaurante de Karlos Arguiñano en Zarautz siguen atrayendo a numerosos viajeros, la verdadera superestrella de la costa guipuzcoana es, para sorpresa de muchos, este fenómeno geológico.

Para quien no lo sepa, los Flysch (que en alemán quiere decir fluir o deslizarse) son formaciones rocosas de origen sedimentario compuestas por una alternancia rítmica de capas de rocas duras intercaladas con otras más blandas que favorecen la erosión diferencial, creando paisajes tan espectaculares como el que se puede ver entre Mutriku y Zumaia, pasando por el municipio de Deba.

La importancia de esos 13 kilómetros de costa que forman parte del primer geoparque de la Costa Vasca, ha sido reconocida por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS) y la UNESCO, declarándolos uno de los grandes afloramientos geológicos del planeta. La ruta permite además saborear al mismo tiempo la excelente gastronomía de la zona, conocer su patrimonio monumental o bañarse en algunas de sus estupendas playas.

El interés del Flysch no sólo es estético. Este paisaje ha sido descrito como un libro donde los geólogos pueden leer más de 60 millones de años consecutivos de la historia de la Tierra, incluyendo hitos como la gran extinción de los dinosaurios, acaecida al final del Cretácico, o el gran calentamiento climático del inicio del Eoceno.

Belleza geológica

Por otra parte es un ecosistema en continua evolución. Por muchas veces que se visite siempre hay novedades y sorpresas, sobre todo a causa de los grandes desprendimientos que se producen en los acantilados.

Pero la mejor noticia es la total accesibilidad por parte de casi cualquier visitante a este extraordinario fenómeno natural. Hay múltiples formas de descubrirlo aunque es recomendable unirse a alguna de las muchas excursiones que organiza el mismo geoparque que casi siempre combinan paseos en barca y trayectos a pie, con distintos niveles de dificultad.

Quizás el punto culminante de esta ruta sea la zona de Algorri en Zumaia donde se encuentra la Ermita de San Telmo, uno de los escenarios clave en Ocho Apellidos Vascos, desde donde salen varios itinerarios posibles por este singular tramo donde se pueden ver algunos de los mejores ejemplos de flysch.

Acantilados de vértigo

Otro lugar esencial es el mirador de Algorri en Deba -que forma parte de la ruta auto guiada de 55 kilómetros a través de los 15 miradores naturales del geoparque- desde donde se divisan acantilados de más de cien metros de altura que ofrecen una extraordinaria panorámica sobre la gran rasa mareal -la plataforma rocosa que aflora al pie de los acantilados-, la ensenada de Aitxuri y los enormes desprendimientos de Pikote.

Con tiempo, aprovechando los momentos de marea muy baja y acompañados de guías, es posible recorrer ese biotopo donde habitan estrellas de mar, pulpos, pepinos y toda una insólita fauna marina. En Deba también se tiene la oportunidad de descubrir lo que se conoce como el flysch negro, las rocas más antiguas que cobran su mayor vistosidad en los grandes pliegues de Aitzandi y que están relacionados con los acantilados de Saturraran que se alcanzan a través de las míticas Siete Playas desde Mutriku donde no hay que perderse el Centro Nautilus, esencial por su colección de fósiles.

¿Conoces la ruta de los flysch de Guipúzcoa? Cuéntanos qué te ha parecido…

Leído en Ocholeguas.com

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