Otoño en el Cabo de Gata

Una luz otoñal barniza el Cabo de Gata en otoño. Un escenario poético donde el paisaje se nos antoja más irreal que nunca. Paseamos por el parque natural más excéntrico de Andalucía.

Faro del Cabo de Gata

Hay un Cabo de Gata poético escrito en los libros de José Ángel Valente que dice así: «El cabo entra en las aguas como el perfil de un muerto o de un durmiente con la cabellera anegada en el mar. El color no es color; es tan solo la luz».

Es verdad. En un territorio aparentemente tan irreal como este en esencia lo último que queda es la luz. Y es la luz lo que ilumina estas primeras tardes de otoño las playas de Mónsul y Genoveses, las más bellas del parque natural, protegidas por un conjunto de pequeñas calas donde los conocedores de las riquezas del parque practican naturismo y deportes submarinos. A algunas de ellas sólo se puede acceder en barco y sus aguas son tan limpias que permiten contemplar las riquezas de sus fondos marinos.

Mónsul está escoltada por una piedra descomunal, apartada y solitaria, que surge de mitad de la mar mientras a un lado de la playa trepa una duna rampante. Camino de San José aguarda la playa de los Genoveses, que dibuja una idílica bahía entre los cerros de Enmedio y el Morrón. Asegura la historia que el nombre de la playa proviene del ejército genovés que en el año 1147 desembarcó en esta zona junto a tropas castellanas y catalanas para reconquistar Almería a los almohades.

Torreones y baluartes

El litoral del Cabo de Gata está poblado de torreones y viejos baluartes que demuestran el valor estratégico que estas tierras tuvieron durante la dominación hispanoárabe. En tiempos del califato de Córdoba, y décadas después durante los reinos taifas y los gobiernos almorávides y almohades, el litoral costero que se extiende entre el norte de la provincia de Almería y la capital fue protegido por los barcos andalusíes y amenazado por los piratas berberiscos que prosiguieron con sus hostilidades hasta bien afianzada la conquista cristiana.

Muchas de las leyendas que pululan desde entonces por este rincón de la geografía peninsular recuerdan el empeño de muchos de aquellos reyes por proteger este turbulento paso marítimo. De algo no cabe duda: Por estas costas, por estos cerros azafranados y desde estas playas de arena blanca partieron hacia el exilio sultanes y reyezuelos andalusíes llevando consigo las riquezas amasadas durante sus gobiernos.

Los cabos físico y político

Al otro lado de la costa pedregosa donde la leyenda quiere situar la cueva del Tesoro, hacia poniente, dos grandes montículos sobresalen desde los pies del mar. En ellos se alzan los cabos físico y político de Gata. Situados en las faldas de la torre de la Vela Blanca, uno de los muchos baluartes que defendió estas costas en tiempos revueltos, los cabos son en realidad sendos miradores desde donde contemplar el más pacífico y atormentado Mediterráneo.

Es cuestión de días: En ocasiones el mar se muestra malhumorado y bate sus olas sobre las piedras fantasmagóricas del arrecife de las Sirenas donde hasta hace poco vivía una nutrida comunidad de focas monje. Pero lo más sorprendente del Cabo de Gata está precisamente entre la mar y la tierra. El contacto entre ambos elementos propicia paisajes de una belleza inenarrable que se esparcen a lo largo de los 45 kilómetros de costa virgen.

En las inmediaciones del centro de visitantes de Las Amoladeras y la cercana colonia de La Almadraba de Monteleva germina a duras penas una vegetación rastrera y almohadillada, plantas espinosas como el azufaifo, el cornical, el áspero esparto o la dulce palma enana. Ocho endemismos adornan el vademécum botánico del Cabo de Gata. Ocho endemismos a los que hay que unir más de mil especies vegetales que convierten este parque natural en uno de los más fascinantes santuarios ecológicos del sur europeo.

| Más información en www.almeria-turismo.org y en www.cabodegata-nijar.com :: Leído en Ocholeguas.com

Comentarios

  1. […] un vistazo a este programa senderista para solteros que te permitirá recorrer el Parque Nacional del Cabo de Gata-Níjar. En la sierra, pisarás rocas magmáticas, y desde los acantilados vislumbrarás las praderas de […]

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