Alicante suena a mar y a días luminosos. Y aunque apetece rendirse a los rayos de sol, Alicante es mucho más que solo playa, y contiene rincones tanto de costa como de interior que merece la pena descubrir. Y mucho. Así, en esta ocasión, te proponemos una ruta por los 15 pueblos que deberías visitar en Alicante para terminar de enamorarte del todo de esta maravillosa provincia.
La espléndida cúpula decorada con azulejos azules de la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo es el símbolo indiscutible de Altea y muy probablemente de toda la Costa Blanca.
El municipio está formado por pequeñas y coquetas callejuelas en pendiente que desembocan en el mar Mediterráneo. Ahí abajo, junto al mar, es el momento de descubrir las playas y calas que se extienden al abrigo de este bonito pueblo blanco.
Villena es una de las poblaciones más bellas del interior de la provincia de Alicante. Se estructura en torno al imponente Castillo de la Atalaya, una fortaleza de finales del siglo XII.
En el paseo por esta localidad, que compagina a la perfección lo antiguo con lo nuevo, encontramos también el Tesoro de Villena, un conjunto de piezas de oro que dan fe del pasado glorioso del lugar.
Se trata de uno de los destinos más atractivos y concurridos de Alicante durante la época estival. Denia ofrece 20 kilómetros de playas y un clima privilegiado, pero tiene mucho más. Su Castillo y su Museo Arqueológico son sus dos grandes joyas culturales.
Por su parte, el puerto deportivo es visita obligada para los amantes del ocio nocturno debido a su gran variedad de bares, restaurantes y terrazas.
A solo 10 kilómetros del archiconocido Benidorm se enclava esta maravilla de la Costa Blanca. Villajoyosa es un pueblo de casas colgadas de colores que no puede ocultar su carácter pesquero.
Este popular destino, famoso también por su chocolate, es magnífico para despejarse en sus playas o para disfrutar de sus fiestas de Moros y Cristianos.
Jávea puede presumir de albergar las playas más bellas de toda la provincia. Son, en su mayoría, unas playas de piedras y aguas cristalinas que bien podrían ser protagonistas de cualquier postal. La cala Granadella o la Barraca son algunas de las más idílicas.
También puedes contemplar el mar desde las alturas. Para ello, no olvides hacer la fantástica ruta de los 15 miradores.
Apetece recorrer las callejuelas de Petrer para descubrir su castillo y otros rincones como las casas-cueva de la muralla o la iglesia parroquial de San Bartolomé. Pero también sorprende por la belleza de su entorno y de enclaves como la sierra de El Caballo o el Arenal de l’Almorxó.
No es atrevido afirmar que Guadalest es uno de los pueblos con más encanto de la provincia. El Castillo de Guadalest, situado a más de 500 metros de altura sobre un peñasco, tiene buena culpa de ello.
El cercano embalse, de un tono azul turquesa, se encarga de poner una nota de color al hermoso conjunto.
Las suaves dunas que rodean sus playas y los más de 11 kilómetros de litoral, son solo dos de las razones por las que deberías visitar Guardamar del Segura. A vista de pájaro, además, se observa que la localidad se encuentra rodeada de extensos pinares. Un enorme pulmón verde a un paso del mar.
Polop de la Marina es uno de los pueblos de interior más bonitos que se pueden encontrar en España. Una alternativa perfecta para desconectar del bullicio de la costa.
El municipio tiene un telón de fondo incomparable como es la sierra del Monte, cuyas tonalidades contrastan con el blanco de las casas.
A medio camino entre las ciudades de Alicante y Valencia se erige la capital de la comarca del Comtat. Cocentaina es una población de calles tranquilas, donde disfrutar de edificios históricos como el Castillo del siglo XIV o el Palacio Condal.
No te vayas sin probar el herbero, una deliciosa bebida espirituosa de hierbas de la Sierra Mariola.
Una fortaleza del siglo XII situada sobre un cerro se encarga de dar la bienvenida a esta villa alicantina de interior. Además de su castillo, Biar acoge un interesante santuario de estilo neoclásico y un acueducto ojival a las afueras del pueblo.
Acércate y podrás contemplar una de las vistas más especiales del municipio.
A orillas del río Vinalopó se extiende esta población de carácter modernista. El santuario de Santa María Magdalena es su monumento más representativo y recuerda inevitablemente a la Sagrada Familia de Gaudí.
El Castillo de la Mola, de origen islámico, es otra de las obras arquitectónicas que no pasan desapercibidas.
Lo primero que llama la atención de Sax es su castillo roquero, que se levanta 500 metros sobre el nivel del mar. A partir de aquí, comienza la bajada hacia el casco histórico, donde también encontramos otros puntos de interés como la Ermita de San Blas, la Casa de la Torre o el Pocico de la Nieve, un pozo para almacenar nieve, en desuso desde el siglo XIX.
En pleno Parque Natural de la Sierra Mariola se halla uno de los pueblos más pintorescos de la provincia. Agres es un centro de peregrinación y, de hecho, su mayor reclamo es el Santuario de la Mare de Déu del Castell, levantado sobre los restos de un antiguo castillo.
Muy curiosas son también las múltiples cuevas de almacenamiento de nieve dispersas por el municipio, como la Cava Arqueada o la Cava del Buitre.
Alfaz del Pi ha hecho de la naturaleza su mejor aliada. Se localiza a un paso de la Sierra Helada, mientras mira al mar Mediterráneo. Cuenta con 4 kilómetros de costa, en la que destaca la playa de El Albir. Esta playa, además, se puede recorrer a través de un curioso Paseo de las Estrellas. No te pierdas tampoco la iglesia parroquial Cristo del Buen Acierto y el Castillo Conde de Alfaz.
Léido en Niumba
Y Tibi señores.