Ruta por la Cádiz canalla

Cádiz de nocheEsta no es una ruta al uso. En Cádiz el tiempo pasa lento entre vistas al mar, desayunos majestuosos, paseos calmados y tabernas donde hacer una parada obligatoria. Que Cádiz es canalla, pero en su justa medida.

Yo entendí Cádiz la segunda semana (hablo del Cádiz rancio y antiguo, el que arranca tres pasos más allá de Puerta de Tierra) como cada día, apuraba en silencio un amontillado viejo en la barra color caoba de la Taberna La Manzanilla, mi hogar -y hogar de tantos caldos sanluqueños- espiritual en la calle Feduchy.

Era la hora del aperitivo y yo andaba leyendo Así es como la pierdes cuando oigo un “toc” sobre la madera y una caña de manzanilla se posa frente a mí. Los viejos de la tertulia de las doce me invitaban a una ronda y, por lo tanto, a ser -un poquito- Cádiz. Esa manzanilla no pedida escondía más respeto, cariño y verdad que mil días en mil resorts. Un pequeño premio -a mi fidelidad- y una puerta abierta a esta ciudad imposible. Eso es Cádiz.

Arranca el día en la Alameda, donde sale el sol (se pone en la playa de la Caleta, que es el lugar donde toda persona de bien vive la puesta de sol a la vera del barrio de la Viña y la historia), paseo hasta el parque Genovés, recorriendo la muralla de San Carlos con el viento de poniente del atlántico robándote trocitos del alma. Nos espera la Parroquia del Santo Ángel Custodio hasta el Teatro Falla y la plaza del Mentidero (cuna de chirigotas y carnaval).

Desayunos

Desayuno en el Café de Levante patria de poetas, cantaores, bohemios y fantásticos molletes con aceite de oliva o en el majestuoso Café Royalty fundado en 1912,  probablemente el único café romántico histórico en pie -y bien en pie- en Andalucía y uno de los mejores desayunos que recuerdo.

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Foto: La Ciudad Viva en Flickr

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