Slow Travel, un modo distinto de viajar

Slow TravelIntroducimos hoy una tipología de turismo que llama mucho la atención y tiene gran interés en muchas de sus facetas. En la actualidad, se ha convertido en un movimiento social y empresarial cada día más importante. Se trata del Slow Travel. El Movimiento Slow o Slow Movement nació en los años 80 rebelándose al ritmo de vida trepidante que se llevaba. El estrés, considerado por muchos especialistas como la enfermedad del siglo XXI y la falta de tiempo, se han impuesto en nuestra sociedad. El Movimiento Slow recupera el placer de vivir sin prisas, disfrutando de la riqueza que supone la diversidad y los pequeños placeres de la vida.

Los seguidores de este movimiento basan sus principios en la obra “Elogio de la lentitud” del canadiense Carl Honoré, publicada en 2005 y traducida a 25 idiomas. La obra, aborda la dependencia que el hombre tiene con el tiempo y las consecuencias y dificultades de vivir en una cultura acelerada como la nuestra. Este movimiento se concretó en diversos campos. Fue el pionero el Slow Food, que propugnaba el retorno a los alimentos tradicionales y a los productos autóctonos, para más tarde aparecer también el Slow Sex, Slow Work, Slow School, Slow Money hasta llegar al Slow Travel. Todos ellos darían para ser posteados.

El Slow Travel nos plantea que para conocer una destinación turística hace falta tomarse un tiempo suficiente y es necesario acercarse a la cultura local. El objetivo del viaje no es visitar una ciudad o zona, sino descubrirla, conocerla, disfrutarla e integrarse en ella. Para desarrollar la filosofía Slow Travel hacen falta dos premisas básicas:

  • por parte del turista, una actitud diferente a la habitual y
  • por parte de los destinos, unas infraestructuras específicas y unas características especiales.

El turista tiene que ser activo, ecológico, responsable en la conservación del medio ambiente y generar el mínimo impacto en la naturaleza. Es un fiel defensor del tren y de los medios de transporte menos contaminantes, como pueden ser la bicicleta, la barca o la práctica del senderismo. No planifica las rutas ni las visitas. No es amante de las guías sino que tiende a improvisar. Huye de los grandes complejos hoteleros y prefiere alojamientos rurales, apartamentos turísticos o pequeñas pensiones, donde el trato sea más familiar.

La filosofía de los Slow Travellers se puede resumir en estos 10 puntos. Los destinos Slow tienen que ser, en general, lugares tranquilos donde el turista pueda desarrollar este “modus vivendi”. El Slow Travel ha adquirido una fuerte notoriedad como forma de turismo. Por eso gobiernos, instituciones y empresas de carácter privado han empezado a desarrollar productos y estrategias específicas para dar respuesta a esta demanda.

Una de éstas serían las Slow Cities, ciudades donde se potencia la filosofía Slow y que para llegar a serlo tienen que tener unas características concretas.

¿Habíais oído hablar del Slow Travel? ¿Os gustaría formar parte de la cultura Slow o ya lo habíais hecho? ¿Conocéis de alguien que lo haga? Leído en: Compartidas Opiniones

Comentarios

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