Soria insospechada: siete lugares que no esperarías encontrarte

Por mucho que ‘Doctor Zhivago’ utilizara el vasto campo de Gómara para simular la infinita estepa siberiana, esta provincia está lejos de ser un desierto de estímulos. Y es que los versos de Machado y los pueblitos de fantasmagórico encanto están aderezados con algún que otro hallazgo sorprendente gracias a las piedras, los siglos y alguna que otra idea maravillosamente loca.

El gran yacimiento de los no-mamuts

Algunas malas lenguas aseguran que estas tierras ya habían sido removidas por aquellos cazatesoros que andaban detrás de la dorada tumba de Almanzor. El caso es que la versión oficial apunta a las obras del ferrocarril las que provocaron que, a finales del siglo XIX, se encontraran los yacimientos de Torralba y Ambrona. Estos enclaves cercanos a Medinaceli resultaron ser una mina arqueológica donde se ha excavado uno de los cementerios de elefantes prehistóricos más destacados de Europa, con fósiles de decenas de Palaexodon Antiquus, el tatatatatatarabuelo de los paquidermos actuales.

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Visitar su humilde museo sirve para imaginarse la gran escena de caza que se perpetuó entre el fango solidificado y, también, para aprender a distinguir esta especie y los mitiquísimos mamuts. Eso sí, es muy complicado que los más pequeños no caigan en la tentación de compararlos al jugar con las réplicas a tamaño real que adornan estas coordenadas.

Un claustro que es un viaje

De todos los vestigios que se conservan de los Templarios por España, pocos pueden resumir mejor su carácter de primera empresa hotelera del mundo. Al menos, de gente viajada y abierta a todo tipo de corrientes artísticas. El claustro del monasterio de San Juan de Duero (Soria capital) tiene el atractivo propio de las abadías inglesas ya que se ha perdido su tejado y el patio se encuentra descuidado y lleno de hierba. Ruina sí, pero con todo su misterio en pié, permitiendo disfrutar de su heterogeneidad de estilos.

Y es que este espacio octogonal (sus esquinas hacen un pequeño chaflán) está dividido en ocho porciones, cada una perteneciente a una corriente artística diferente. El muestrario recoge desde arcos túmidos que se cruzan entre sí hasta los más clásicos arcos apuntados. O lo que es lo mismo, un poquito de cada parte de la Tierra conocida por estos caballeros, haciendo que su visita sea un viaje estético a todas sus referencias. ¡Ah! Y con una última curiosidad. Si viajan con un péndulo no se olviden de probar el campo electromagnético que se encuentra bajo el único arco que no termina en columna. Puro magnetismo soriano.

La fortaleza árabe más grande de Europa

La Alhambra es un sinfín de récords y visitantes famosetes pero, por mucho que todo aquí sea hermoso y desproporcionado, nunca podrá hacer sombra a la magnificencia del castillo de Gormaz. Situado en un cerro aislado, su tamaño es tan grande como la mesa que encumbra esta colina, haciendo que sea el baluarte de origen musulmán más grande de todo el Viejo Continente. Su importancia fue clave para repeler la Reconquista y defender Medinaceli y el Duero, aunque su pasado no ha impedido que hoy sea un gran páramo amurallado. Aunque no conserva nada de su interior, sus puertas califales y sus muros siguen siendo portavoces de su descomunal tamaño, llegando a medir más de 1200 metros de perímetro y a acumular 28 torres. Una visita que permite imaginarse la vida en plena guerra y, de paso, otear el horizonte de los campos de cultivo entre arcos de herradura.

La Pompeya española

No fue un volcán el que desoló Tiermes, sino las continuas guerras. Sin embargo, el hecho de haber sido una ciudad celtíbera y romana tallada en la roca arenisca permite que hoy se puedan encontrar diversos elemento y detalles conservados a la perfección. Este es el punto fuerte de este yacimiento, que compensa la falta de grandes monumentos urbanos con esta particular conexión y uso del gran pedrusco que lo cobija. La piedra se esculpió hasta hacer con ella los escalones de su graderío rupestre, las cavidades de sus casas –algunas llegaron hasta las 6 alturas- y hasta un estrecho acueducto por el que se puede caminar y seguir el curso del agua por toda la antigua ciudad. Y todo con la cercanía que le da no estar demasiado explotado, lo que permite estar en una conexión total con el pasado.

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