¿Sri Lanka o Ceylan?

 

No sé si nunca me acostumbraré  a llamar Sri Lanka a ese país, que siempre he conocido como Ceylán y que, por fin, he descubierto hace unos días en un asombroso viaje, de punta a punta de la isla. Es verdad que lleva más de cuarenta años con ese  nuevo nombre que era uno de los  supuestamente mil que tenía antes de que llegasen los portugueses en 1505. Pero después de conocerlo de verdad, sigo apostando por esa antigua apelación que todavía aparece en los lugares más insospechados.

 

Hacía tiempo que no veía tantos elefantes, monos, docenas de aves diferentes, las especies de árboles más exóticas pero también un conjunto de monumentos apabullantes. No debe ser ninguna casualidad que hayan lanzado un perfume llamado Viaje a Ceylán, donde por cierto aparece un tren de vapor que todavía circula… Que el mejor té del mundo siga llevando su nombre, como lo hace una ginebra, un banco y seguro que otros muchos más productos que nos invitan a soñar.

 

Un estado de seducción en el que también interactuan las muchas especies con las que se relaciona la isla y muy en especial la canela o mejor dicho el cinnamon que no es sólo su apelación en inglés sino también su nombre oficial en el mundo de la botánica. Es una especie que durante muchos siglos sólo crecía  en ciertos rincones de Ceylan, convirtiendo a esta inusitada lágrima de la India, como también se la conoce por su situación geográfica y curiosa forma, en un lugar legendario, codiciado por todas las grandes potencias de varias generaciones.

 

Y puedo asegurar que el Ceylán  o el Sri Lanka -como prefiera cada uno- de 2015 no desilusiona en absoluto. Como decía Arthur C. Clarke (coguionista de «2001, Odisea en el espacio») que vivió durante muchos años en su capital, quizás no destaca de forma extraordinaria por nada en particular pero no tarda en conquistarnos  por completo. Su poder de seducción debe estar relacionado con esa sorprendente combinación de paisajes, monumentos, fauna, cultura y  distintas poblaciones que conviven en un espacio relativamente reducido. Algo que la convierte en un lugar único y especial  que nos arrastra de inmediato, tan pronto como descubrimos esa densa vegetación en todas las tonalidades de verde imaginables que cubre la totalidad de la isla.

 

Y quien desee comenzar la experiencia incluso antes de poner pie en el Aeropuerto Bandaranaike, les recomiendo que utilicen Sri Lankan Airlines. No cuenta con la flota más moderna, ni mucho menos con la más lujosa pero esas carencias las compensa con un buen servicio, amabilidad, una oferta gastronómica  reveladora que nos ayuda a comenzar a distinguir las sutiles diferencias entre la cultura hindú y la singalesa pero sobre todo, por ofrecer el viaje más rápido desde España vía  Roma.

 

Después, al llegar, vale la pena seguir el rastro del Cinnamomum verum Zeilanicum o la verdadera canela. No tardaran en descubrir que mucho de lo mejor de Ceylán está relacionado con  esta especie que cambia y mejora  todo lo que toca. Así he descubierto que  se puede explorar el país desde un hidroavión de Cinnamon Air y que una de las cadenas hoteleras más singulares de Sri Lanka  ha relacionado sus propiedades de mayor categoría con el Cinnamon. Incluso se puede descubrir lo mejor del país  alojándose únicamente en Hoteles Cinnamon  como los dos que se encuentran en la capital,  o el Habarana Lodge  a muy poca distancia de esa maravilla que es Sigiriya, o el que se encuentra a dos pasos de Kandy  frente al Mahaweli, el río más largo y caudaloso del país .Terminando en el Wild Yala, a las puertas del Parque Nacional con mayor número de leopardos de Asia. Para luego completar el recorrido  a través de los Chaaya, más modestos  pero  que también reflejan la autenticidad de este destino que todavía está terminando de asimilar sus primeros años de paz, después de una larguísima guerra civil y de desastres como el descomunal tsunami que devastó gran parte de su costa hace  apenas diez años. Me he alojado en el de Habarana  Village  y el de Trincomalee  Blu  frente  a la que para muchos que conocen bien el país es la mejor playa de esta parte del mundo.

 

Les aseguro que es el momento de viajar a Sri Lanka para el que no la conozca y para el que la visitó en otra época, ya que tampoco la va a reconocer. Comiencen por su capital económica Colombo, que está en pleno cambio y desde allí  descubran el resto. Ya se puede visitar la totalidad del país a través de unas buenas carreteras construidas con ayuda de China, incluso las zonas más conflictivas en el lejano norte y noreste. Es cierto que  todavía hay mucho por hacer en lo que se refiere a tolerancia, libertad de expresión y democracia, en el sentido  más amplio de la palabra pero hay que empezar a acostumbrarse a que no hay situaciones perfectas en ninguna parte. Conformémonos disfrutando de una estabilidad que gran parte de la población parece agradecer. Para luego completar esta experiencia con unos días de completo descanso en algún hotel de las cercanas islas Maldivas  a donde también vuela Srilankan Airlines.

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