Teruel existe… también para los niños

Entre minas, dinosaurios, castillos y pueblecitos, esta provincia lo tiene todo para el que busca una escapada familiar.

Teruel tiene todo lo que necesita un niño para pasar unas vacaciones a lo grande sin necesidad de pasar por el nada original binomio sol-playa: rutas de dinosaurios, castillos con enjundia, cielos impolutos para iniciarse desde pequeños en la observación de las estrellas y minas para ser exploradores por un día son algunas de las propuestas que esta  provincia ofrece a las familias.

A todas estas actividades hay que sumarle la rica gastronomía local que tienen en el jamón (los chicos suelen ser de paladar fino y arrasan con un plato de este manjar turolense) uno de sus grandes abanderados.

Foto: Dinópolis

Jurassic Park a lo maño

Aparte de los cerdos de los que procede el exquisito jamón con Denominación de Origen Protegida, en Teruel hay varios animales emblemáticos. Uno de ellos es el simpático torico (que hacer honor a su diminutivo) de la ciudad de Teruel, que corona la fuente de la plaza del mismo nombre y que los más pequeños tienen siempre curiosidad por ver. Algunos de ellos se pasman por su reducido tamaño (tiene solo 45 centímetros de longitud) pero se sorprenden a su vez al saber que esta escultura de bronce, de unos 55 kilos, pesa más que ellos.

Otros animales, esta vez extintos, que hacen de Teruel un destino muy atractivo para las familias son los dinosaurios. Y es que a muy pocos kilómetros de la capital se encuentra Dinópolis, el Jurassic Park maño, un espacio que rinde homenaje a las criaturas más extraordinarias que han existido sobre la faz de la Tierra. Además de este parque temático hay otras siete sedes por la provincia en la que se han hecho excavaciones y hallazgos paleontológicos de gran relevancia internacional.

Foto: José Luis Filpo Cabana (Wikimedia Commons)

Castillos y niños: maridaje pluscuamperfecto

A los más pequeños les flipan los castillos, construcciones en las que pueden desarrollar su imaginación de una forma sin igual. Y es que… ¿a qué niño o niña no le gusta encaramarse a una fortaleza, subir a las torres con decisión o blandir una espada como si de caballeros y caballeras se trataran?

Una de las comarcas de Teruel que merece la pena visitar para conocer sus fortificaciones es la de Gúdar-Javalambre donde destaca el impresionante castillo de Mora de Rubielos, una construcción del siglo XIV que tiene una superficie que equivale a la mitad de un campo de fútbol.

El patrimonio arquitectónico de la comarca de Gúdar-Javalambre se completa con otras fortalezas espectaculares como la de Alcalá de la Selva o la de Puertomingalvo.

Foto: Javalambre-Valdelinares

Esquí vs Senderismo

Teruel también existe para los aficionados al esquí ya que cuenta con dos estaciones de esquí, Javalambre y Valdelinares, del grupo Aramón, y una de esquí de fondo en Griegos, en la Sierra de Albarracín, siendo esta última la gran desconocida de la provincia.

En Javalambre y Valdelinares hay espacios y actividades pensadas para que los más pequeños se inicien en los deportes blancos y que tengan así un buen recuerdo de una jornada en la nieve.

Aparte de las estaciones de esquí, en este territorio se puede disfrutar de la naturaleza y practicar deporte al aire libre en primavera y en verano gracias a una red de senderos señalizados que coquetean con trazados pertenecientes a grandes itinerarios como el Camino del Cid, la Ruta de los Guerrilleros o el Camino del Santo Grial, entre otros.

Foto: iStock

Embobados bajo las estrellas

Teruel es una de las mejores zonas de Europa para observar las estrellas debido a la inexistencia de contaminación lumínica de sus cielos como consecuencia en parte a su baja densidad de población. El turismo de las estrellas ha ampliado las propuestas de muchos establecimientos con actividades relacionadas con este sector como la observación astronómica y sesiones de planetario.

En este sentido, uno de los mejores lugares para disfrutar del astroturismo en familia es el albergue de Aliaga, situado en medio del Parque Geológico del mismo nombre, en la comarca de Cuencas Mineras.

En este alojamiento, que luce con orgullo un certificado de la Fundación Starlight (entidad creada por el Instituto de Astrofísica de Canarias cuya principal finalidad es la difusión de la astronomía), los protagonistas de las actividades son sin duda los más pequeños. La pareja que regenta el albergue y sus hijos han creado una serie de manualidades y experimentos para que los niños que los visitan hagan una primera toma de contacto con las estrellas para después observar embelesados el cielo nocturno a simple vista o con un telescopio.

Foto: Museo Minero de Escucha

Con casco y frontal ¿qué puede salir mal?

Cuencas Mineras es una comarca turolense cuyo territorio se ha labrado a base de pico y pala, utensilios con los que se perforaron sus entrañas en busca de carbón y de azabache, motores de su economía tiempo atrás. Este pasado minero se puede conocer en la población de Escucha donde el año 2002 se abrió un espacio para mostrar cómo se trabajaba en una mina.

El Museo de la Minería de Escucha es uno de los pocos que se ubican dentro de un yacimiento auténtico, que se ha restaurado y acondicionado para recibir visitantes.

Aquí las familias se lo pasan como enanos ya que, equipados como mineros auténticos (casco y frontal incluidos), bajan en unas vagonetas hasta llegar a un verdadero yacimiento real de carbón. A continuación recorren a pie las galerías donde se muestran tantos las herramientas que se usaban en diferentes épocas como los oficios que desempeñaban los mineros.

La visita al Museo de la Minería se adereza con los comentarios del guía que explica las curiosidades del lugar. El recorrido es en algunos tramos muy realista, ya que se realiza totalmente a oscuras tan solo guiados por la luz de los frontales por lo que esta experiencia hace sentirse tanto a niños como a mayores mineros por unas horas.

Leído en Viajes National Geographic

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