Lo más seguro es que al mencionar Croacia a muchos le vendrá a la mente la ciudad de Dubrovnik, esa pequeñísima ciudad amurallada considerada una de las joyas más preciadas del Mar Adriático, junto a Venecia. No obstante, existe un pequeño rincón entre ambas ciudades que merece la pena conocer: se trata de Split, la segunda ciudad más importante de Croacia.
Para muchos viajeros esta ciudad representa el puerto para visitar islas tan famosas como Brac, Hvar, Šolta, Vis, Korcula, Lastovo, entre otras. Por eso se puede caer en el error de olvidarla y simplemente usarla como puerto. Pero hay unas cuántas razones para dedicarle al menos un día a esta apacible y tan mediterránea ciudad.
Perderse por las calles de la antigua ciudad amurallada Spalato, es decir lo que fue el Palacio que mandó a construir el emperador romano Diocleciano en el año 305. A pesar de tantos siglos de antigüedad muchas de sus calles se mantiene intactas, un auténtico viaje por el tiempo que nos hace imaginar fácilmente la grandeza del Imperio Romano.
De este antiguo palacio resalta la Catedral de San Duje, lo que anteriormente fue en Mausoleo de Diocleciano. Se puede acceder a cualquier rincón de la catedral, incluso subir a la torre del campanario una actividad no acto para los que sufren de vértigo pero que regala una impresionante vista de Split, tal como se observa en el siguiente video:
Otra opción gastronómica es la Trattoria Bajamont, una muy acertada recomendación de una de mis viajeras favoritas Sónia Graupera. Aquí la gastronomía italiana quizás se ve muy bien representada por la pasta Zucchini o incluso hasta lo más sencillo como la bolognesa. Por muchos siglos los italianos estuvieron en esta costa y eso se percibe mucho en los ingredientes que utilizan.
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