Un viaje al centro de la tierra: Ruta de los Volcanes en la Palma

Ruta de los Volcanes de La Palma

Ruta de los Volcanes de La Palma

La conocida como Ruta de los Volcanes es en realidad un viejo camino de La Palma, muy frecuentado ya en el siglo XVII y al que entonces se denominaba Camino de los Palos Jincados, en alusión a los palos que, a modo de guía, marcaban la ruta. En la actualidad forma parte de El Bastón o GR131 ya que es su tercera y última etapa, entre el Refugio de El Pilar y el Faro de Fuencaliente, al sur de la isla.

El senderismo es la mejor manera de acercarse a un paraje natural, la mas respetuosa con el medio ambiente y con el paisaje humano. También la más sostenible. En La Palma lo saben bien, desde hace mucho tiempo, por eso apuestan por su red de senderos, uno de los motivos por los que viajar a esta isla del archipiélago canario.

Aunque también tiene sus «lapsus» como os explicaremos más adelante: sobre el terreno la información no siempre coincide con nuestra guía de senderos. Incluso en ocasiones los postes instalados por diferentes organismos difieren en la distancia que separa dos puntos. No obstante, no deja por ello de ser la mejor red que hemos visto.

Por otra parte, aunque existen caminos y rutas para todos los estados de forma, tenemos que tener en cuenta un aspecto que nos explican muy bien en el Centro de Visitantes de El Paso – Caldera de Taburiente, y no es otro que en La Palma, dadas sus dimensiones, nos encontraremos con los mayores desniveles del planeta, así que es el lugar perfecto para testarse, para conocer de verdad, cuánto andamos.

La Red de Senderos de la Palma, una topoguía imprescindible para sacar el máximo partido a nuestra estancia, coloca a la Ruta de los Volcanes entre las calificadas como difíciles y le da una valoración de dos sobre tres en cuanto a inclinación se refiere. Tenemos por delante 31 km y un buen rompepiernas, de 730 metros de desnivel ascendente acumulado y 2180 metros de desnivel descendente, acumulado también. (Todo según datos de la guía de senderos. Hay que indicar que nuestra edición no es la última, y sobre el terreno nos encontramos que la información difería notablemente, rebajando el camino hasta los 25,7 km). Algo más de ocho horas, aunque ya sabéis que eso depende de muchos factores: tiempo añadido para comida, fotografía, orientación…

Esta ruta tiene, para nosotros, una pega importante que además comparte con una gran mayoría de los senderos balizados de La Palma: no es circular. Eso hace que sea necesario depender totalmente de agentes externos, básicamente taxi ya que el transporte público (al menos en septiembre) era totalmente inviable tanto por la escasez de los efectivos como por lo restringido del horario de operación, para poder regresar a nuestro alojamiento o al parking donde dejamos el coche.

Comenzamos entre nieblas en el bosque que rodea el área recreativa de El Pilar, ascendiendo siempre, y rodeando el Birigoyo, llegamos al espectacular Hoyo Negro, donde la ruta comienza a hacer honor a su nombre, calderas, cenizas volcánicas, lavas, y por supuesto, volcanes, van a ser nuestros compañeros de viaje.

A mediados de septiembre tuvimos un tiempo cambiante en La Palma, las nubes iban y venían un poco a su antojo. Cuando iniciamos la ruta, con independencia de las neblinas de El Pilar, el tiempo era excelente, soleado, aunque pronto las nubes nos hicieron replantearnos la conveniencia de seguir adelante o no. Sin embargo, al observar que dependiendo del viento se abrían grandes claros, optamos por seguir tranquilamente, esperando esos momentos que nos permitían admirar el paisaje.

El camino nos da un respiro y comienza a descender para llevarnos a uno de los puntos más sobresalientes desde el punto de vista geológico y paisajístico, las Lavas del Duraznero. Aquí existe un paso que en algunas guías figura como expuesto, y que visto desde arriba resulta muy espectacular, aunque teniendo cierto cuidado sobre todo con el viento, es perfectamente asumible. Nosotros en este punto nos apartamos de la ruta, cruzamos el paso y trepamos entre grietas y rocas, calientes a pesar de las nubes, para obtener una vista un poco diferente, desde el cráter del volcán.

Reanudamos la ruta, que continúa su ascenso hasta Las Deseadas, un volcán con dos cimas separadas por el cráter. Este es el punto más alto de la ruta y a partir de aquí comienza a descender con frecuentes, aunque breves, tramos de subida hasta llegar al Llano de las Brujas.

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