Viajando por el norte de Holanda

Plantaciones de flores en Holanda

Plantaciones de flores en Holanda (Foto: Przemysław Krzyszczuk / Flickr)

Seguramente no sean estas las mejores fechas para irse ahora a las provincias de Groningen y Friesland, la antigua Frisia; va a estar lloviendo y habrá un aire de mil demonios acompañando al frío. Paro cuando sale el sol, se conviernte en un viaje tranquilo y fascinante.

Esta es la Holanda tranquila, de playas desiertas, la zona más calvinista del país, llena de granjeros que explotan enormes (para lo que es Holanda) propiedades ganadas al mar. Explotan sobre todo remolacha en grandes cantidades, aunque cada granjero tiene un buen huerto. Los turistas sólo son nacionales y alemanes, y sólo se ven en verano. Esto, desde luego, no es Amsterdam. Una anécdota sobre el carácter de esta gente: en la entrada de muchas granjas hay una pequeña caseta con algún producto casero (huevos, mermelada) a la venta; pero pagar el precio (depositar el dinero en una pequeña caja de caudales en la misma caseta) depende sólo de la buena voluntad del comprador, pues no hay control alguno. La sorpresa fue mayúscula. El caso es que pagamos religiosamente, pensando lo que ocurriría en España con ese sistema.

Entre pueblecitos, ciudades, islas y diques

Como itinerario, lo más recomendable sería recorrer los cuatro grandes atractivos de la zona. Las dos ciudades “grandes” son Groningen y Leewarden.

La primera es más activa, pero Leewarden es como un pequeño barrio tranquilo de Haarlem. Por supuesto, encontraréis los canales, las bicicletas, los coffeshops y demás tópicos holandeses, pero con otro aire, más tranquilo, más “normal”. Y es difícil, y fascinante, acostumbrarse a que las cosas fluyan con esa calma y naturalidad.

Pero tampoco resultaría recomendable perderse los “pueblos -um”, alguno de los Berum, Mdum, Winsum, Dokkum, Burgum, en fin, esos pequeños pueblos holandeses que parecen maquetas, donde todo funciona a la perfección y la vida puede ser a la vez rural y sofisticada. Desde ellos podremos explorar el paisaje rural holandés, sin parangón en el mundo, sorteando canales, siguiendo caminos, rodeando pajares y molinos, siempre en un llano protegido por los diques de la costa.

Pero aquí también hay mar. Si buscamos lo aislado de lo aislado, islas como Schiermonnikoog o Vlieland son lo que buscamos. Y, ya que estamos aquí, merece la pena utilizar el Afsluitdijk, un impresionante dique de 32 kilómetros y una obra épica de nuestro tiempo.

Si tenemos coche mejor, si no, la red de transporte público seguro que será impresionante.

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