Viaje en el Tren del Té de Sri Lanka

No hay delicia comparable a explorar el corazón de este país a bordo de un  ferrocarril con toda la esencia del siglo XIX. Un viaje en el tiempo a través de unos paisajes deslumbrantes. De Colombo a Kandy, una vieja línea de ferrocarril lleva a los viajeros hasta el corazón verde de Sri Lanka: sus valles frondosos donde se extienden los campos de té hasta donde la vista alcanza. Un trayecto de 100 kilómetros entre la vieja y la nueva capital de la isla en el Tren del Té.

Esta vieja vía férrea fueron construidas por los británicos en el año 1858 para conectar el principal puerto de Ceilán con las plantaciones. El tren nació con el objetivo de transportar el té desde las montañas hasta los barcos que los llevarían a Europa y a otros rincones del imperio británico.

Hoy, un siglo y medio después, la función de este tren ha cambiado bastante. Es cierto que el té sigue viajando en los vagones de carga, pero ahora es usado por muchos pasajeros. Esta es una línea de comunicación vital dentro del país.

El recorrido en tren decimonónico por las Tierras Altas de Sri Lanka está barnizado de la magia y el romanticismo que a menudo retrata la literatura en sus míticas historias sobre raíles. Un trayecto lento, como los viajes de antaño, que desgrana el corazón montañoso de esta isla con forma de gota, a la que tantas veces se ha comparado con la lágrima que vierte la Madre India.

Las locomotoras idésel han sustituida a las de carbón, pero la belleza del paisaje sigue siendo la misma. Las estaciones conservan también el viejo encanto de la arquitectura colonial, siempre atestadas de gente y donde aguarda una multitud de vendedores a que el tren se detenga para tomarlo al asalto y tratar de vender sus mercancías a los pasajeros, sobre todo a los turistas extranjeros.

A bordo de unos vagones de juguete donde ha quedado atrapada la nostalgia, un paisaje majestuosamente verde se desliza tras el cristal.

Desde el tren por estos campos centenarios, también hoy se puede contemplar la bucólica estampa de las tea pluckers o cuadrillas recolectoras de mujeres. Aparecen entre el manto de vegetación, ataviadas con sus saris de colores, con enormes capazos en la espalda sobre los que irán depositando, una a una, las hojas más frescas.

Un detalle para lso viajeros: los últimos vagones del Tren del Té disponen de cómodas butacas orientadas hacia unos grandes ventanales panorámicos, perfectos para admirar el paisaje. Hay que reservar estos asientos con un mínimo de 10 días de antelación o incluso más, ya que son muy codiciados.

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